TESTAMENTO DE LOS DIFUNTOS
¡Cabrones! ¡Sanguijuelas…! Sabemos que esperabais este momento desde hace mucho…. Sólo os mueve el vil metal, porque está claro que el aprecio a vuestros compañeros os la trae floja…
¡Voto a Bríos! ¡Claro está que fuimos hombres de bien! Ganamos nuestra fortuna honradamente: Cada banco atracado lo fue dentro del más exquisito de los tratos con el personal trabajador. Cada chanchullo urbanístico en el que nos metimos, fue siempre desde una intención nunca fuera de lo meramente filantrópico. Cada palo a farmacia o gasolinera fue producto de unas condiciones sociales adversas, más nunca fue ejecutado en formas desconsideradas o impropias de un perfecto caballero. Incluso aquella calderilla que nos llevamos a raíz del caso malaya no iba destinada a otra cosa sino obras a beneficio de… cómo decirlo… la comunidad. El dinero ahorrado por las losas que dejamos en el Harén de Arquímedes tuvo como fin un estudiadísimo a la par que rentable plan de pensiones.
Como podéis ver nuestra vida y trabajos han sido del todo ejemplares y nada reprobables. Pero si os encontráis escuchando estas postreras palabras es que algo no ha salido finalmente tal y como habíamos planteado. Querrá decir que algún hijo de la mismísima puta ha querido enriquecerse por la vía rápida; es más: seguro que dicho hijo de puta se encuentra entre los oyentes. Vayan a él dirigidas estas palabras de los cuatro difuntos desde la ultratumba:
¡Te vas a comer un mojón!*
Porque dar con el dinero no te va a ser ni mucho menos fácil. ¿Viste a Indiana Jones pasando las pruebas para dar con el grial? ¡Una mierda comparadas con las que vas a pasar tú para llevarte un puto duro! Hemos dejado encargado al juez de paz que se asegure de que el dinero está a buen recaudo para que sólo disfrute de él aquel que verdaderamente lo merezca. Tendréis que responder a una serie de preguntas estratégicas que el magistrado irá formulando a algunos de vosotros. Quien dé con la respuesta será el verdadero y justificado heredero, más si alguien se atreve a ayudar al aspirante, será condenado por ello al peor de los tormentos existentes.
También los difuntos disponen una serie de cláusulas de obligado cumplimiento previas al comienzo del procedimiento selectivo:
Un fallecido en unas circunstancias como éstas no es un muerto feliz y contento. No estaría de más que alguna bella –dos mejor, incluso- señorita se dignase a besar los rostros afligidos de los ausentes.
La muerte, bien es sabido por todos, deshidrata una barbaridad. No hace falta que sigamos hablando ¿verdad? Posdata: Los muertos no beben agua ni mariconadas por el estilo.
Brindad pues a nuestra salud, sanguijuelas, ¡Brindad! Y al pedazo de cabrón que nos ha mandado al otro barrio le recordamos desde la ultratumba:
¡Te den pol-culo!*
Feliz Noche de ultratumba.
Los fenecidos.
¡Cabrones! ¡Sanguijuelas…! Sabemos que esperabais este momento desde hace mucho…. Sólo os mueve el vil metal, porque está claro que el aprecio a vuestros compañeros os la trae floja…
¡Voto a Bríos! ¡Claro está que fuimos hombres de bien! Ganamos nuestra fortuna honradamente: Cada banco atracado lo fue dentro del más exquisito de los tratos con el personal trabajador. Cada chanchullo urbanístico en el que nos metimos, fue siempre desde una intención nunca fuera de lo meramente filantrópico. Cada palo a farmacia o gasolinera fue producto de unas condiciones sociales adversas, más nunca fue ejecutado en formas desconsideradas o impropias de un perfecto caballero. Incluso aquella calderilla que nos llevamos a raíz del caso malaya no iba destinada a otra cosa sino obras a beneficio de… cómo decirlo… la comunidad. El dinero ahorrado por las losas que dejamos en el Harén de Arquímedes tuvo como fin un estudiadísimo a la par que rentable plan de pensiones.
Como podéis ver nuestra vida y trabajos han sido del todo ejemplares y nada reprobables. Pero si os encontráis escuchando estas postreras palabras es que algo no ha salido finalmente tal y como habíamos planteado. Querrá decir que algún hijo de la mismísima puta ha querido enriquecerse por la vía rápida; es más: seguro que dicho hijo de puta se encuentra entre los oyentes. Vayan a él dirigidas estas palabras de los cuatro difuntos desde la ultratumba:
¡Te vas a comer un mojón!*
Porque dar con el dinero no te va a ser ni mucho menos fácil. ¿Viste a Indiana Jones pasando las pruebas para dar con el grial? ¡Una mierda comparadas con las que vas a pasar tú para llevarte un puto duro! Hemos dejado encargado al juez de paz que se asegure de que el dinero está a buen recaudo para que sólo disfrute de él aquel que verdaderamente lo merezca. Tendréis que responder a una serie de preguntas estratégicas que el magistrado irá formulando a algunos de vosotros. Quien dé con la respuesta será el verdadero y justificado heredero, más si alguien se atreve a ayudar al aspirante, será condenado por ello al peor de los tormentos existentes.
También los difuntos disponen una serie de cláusulas de obligado cumplimiento previas al comienzo del procedimiento selectivo:
Un fallecido en unas circunstancias como éstas no es un muerto feliz y contento. No estaría de más que alguna bella –dos mejor, incluso- señorita se dignase a besar los rostros afligidos de los ausentes.
La muerte, bien es sabido por todos, deshidrata una barbaridad. No hace falta que sigamos hablando ¿verdad? Posdata: Los muertos no beben agua ni mariconadas por el estilo.
Brindad pues a nuestra salud, sanguijuelas, ¡Brindad! Y al pedazo de cabrón que nos ha mandado al otro barrio le recordamos desde la ultratumba:
¡Te den pol-culo!*
Feliz Noche de ultratumba.
Los fenecidos.
* Esto era gritado por los 4 muertos, fallecidos o cabrones convocantes.